Hace unos días me escapé a Madrid para ver las obras de Edward Hopper que expone el Museo Thyssen-Bornemisza. Una delicia que tengo que repetir.
Ha sido un lujo poder ver 73 obras de este artista en un mismo sitio. Dos horas de contemplación, en medio de un gran bullicio. La audioguía ayuda, pero esta exposición guiada debe de ser tremenda.
Este artista es la bomba, nunca había visto otro igual en pintura. Rompe con todo… sus obras parecen fotografías. Las perspectivas, los encuadres, la composición, la iluminación… ¿Qué nos muestra? Cada obra da pie a dejar volar la imaginación e inventarte su historia. Una maravilla para los sentidos.
Hopper tuvo que dedicarse a la ilustración comercial para vivir (muestran un vídeo con las portadas de revistas que hizo), a pesar de no gustarle mucho. A él le apasionaba pintar, pero fueron sus grabados (1918-1923) los que tuvieron éxito en New York. Manet i Rembrandt fueron sus referentes.
La primera exposición individual (1925) fue de sus acuarelas. Y tuvo un gran éxito, ya que vendió toda la obra expuesta. Este hecho le permitió abandonar su trabajo como ilustrador y se dedicó exclusivamente a la pintura.
Las escenas que pinta, tan cotidianas… el ambiente que crea hace que parezca que estés viendo una película.
La luz tiene un gran protagonismo en todas sus pinturas, ya sea por su ausencia o por su focalización. No sé como explicarlo. Cuando miro sus cuadros tengo que retroceder unos pasos, coger distancia y observarlos de nuevo. Y si los miras desde diferentes perspectivas… cambian. Están vivos.
¡Cuántas historias sugeridas! Me encanta quedarme quieta en un sitio y observar lo que ocurre allí mismo, el ir y venir de la gente, ver como cambia la luz… y las sombras. Me encanta desayunar de pie en la cocina, observando los movimientos afuera, desde mi ventana. Y los cuadros de Hopper son para mi como estos ratos en que mi mente se pregunta quién serán, a dónde irán, cómo son… Un misterio lleno de posibilidades.
Eché de menos ‘Nighthawks’, que todavía no he podido ver. Habrá que ir a Chicago…
Si eres ‘cotilla’, no te la pierdas. Si disfrutas con el arte, imprescindible.